Arreglar armarios es una tarea
ingrata, no solo porque es un acto que te enfrenta con la realidad del día a
día sino porque el armario, puede encerrar, trozos de nuestra vida, que un día,
decidimos guardar.
Cada armario, tiene su propia personalidad,
los hay altos, bajos, de un cuerpo, de varios, hay armarios alegres, otros
tristes, armarios armoniosos otros desestructurados, con puertas y hasta sin ellas.
Cada armario, tiene, su parte
pública y sus departamentos privados, además, de cabeza o altillo en la parte superior.
Cada persona, elige su armario
como algo importante dentro de su vida y solo los armarios impuestos, son los que
terminan siendo sustituidos.
Un armario, es un fiel reflejo,
de su dueño/a, de la familia que le rodea e incluso de la sociedad en que vive.
La vida de un armario, se acorta
o se alarga en función de su utilidad y a lo largo de su existencia se van
produciendo en él, cambios interiores, alteraciones irracionales en su interior
por eso no aparecen prendas, encuentras un vestido rasgado por la simple
aproximación a las bisagras, descuelgas una camisa descolorida y así cosas y
cosas sin más.
Una de las zonas más
controvertidas del armario, es el altillo, donde vamos delegando lo fuera de
uso, produciendo una mezcla explosiva de encuentros entre ropa, juguetes,
cuadros, ventiladores etc, que a veces resulta difícil de aguantar hasta para
un armario.
Los altillos se llenan de
sinsentidos y de cosas sin dueños.
Los armarios siguen la psicología
de su dueño y así, los hay ordenados hasta el límite pero faltos de
imaginación, otros tienen déficit de atención y nunca sabes que contienen otros
muchos son demasiado sensibles a los cambios y otros, están tan llenos de
actividad interior que acaban teniendo verdaderos problemas de adaptación.
¡Por fin, he encontrado la capa de
superman en el altillo!
Divertido y auténtico,
ResponderEliminaremma