Me he dado cuenta de lo simples
que éramos las familias, en los 80.
Cuando te casabas que era
bastante pronto, los amigos de siempre desaparecían, se iban también a hacer su
vida y tenías que hacerte unos nuevos, en el momento, con lo que tenias a mano;
eso sí con hijos de la misma edad para que jugasen con los tuyos.
No éramos “globales”, así que no pertenecíamos
al mundo entero sino al restringido mundo de ”mi barrio”. El viaje más largo
que se nos ocurría planificar, era ir al pueblo de la madre que por otro lado
si estaba a más de 50 kilómetros, entonces ya te planteabas quedarte en el
pueblo, por lo menos un mes o dos.
Cuidar nuestro cuerpo, no entraba
en nuestros planes. Claro que habían gimnasios (unisex) pero pasaban totalmente
desapercibidos, supongo que estaban dedicados más al mantenimiento y eso no
producía el “efecto llamada” de ahora.
Los ordenadores, te los vendían
con la oferta de un curso de capacitación que solía durar entre dos y tres
meses, así que pocos lo terminábamos y acababas, usando el PC para hacer la
lista de la compra, llevar al día las películas que alquilabas en el videoclub
y como mucho, la contabilidad domestica.
La telefonía era fija, así que si
te ibas de casa aunque fuese, por vacaciones, nadie podía localizarte. En los
sitios de verano, te conformabas con una centralita en la finca. En caso de
recibir alguna llamada, el conserje te avisaba por el interfono para que
acudieses, la mayoría de las veces cuando llegabas, ya habían colgado y nunca
acababas de saber quién era, solo si era voz de hombre o de mujer.
Solo hacíamos fotos en días
señalados, como bautizos, cumpleaños, comuniones, bodas. Resultaba caro revelar
los carretes.
Cuando la mujer trabajaba fuera
de casa, se buscaba una canguro, (aunque se llevase más de la mitad del sueldo)
con el fin de que los hijos estuviesen atendidos.
Nuestros objetivos eran a muy corto plazo, el día de
hoy o … hoy y mañana.
Todo duraba mucho; los abrigos,
los pantalones, los zapatos, las gafas, hasta los trabajos, podías llegar a
aburrirte.
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