Después de todo, este mes de junio, decidí aprovechar una
oferta y matricularme, en el Gimnasio.
La oferta consistía en que pagabas dos meses con un
descuento del 20% y te regalaban uno. Además, no tenias que pagar matricula.
Como soy adicta a las ofertas, vi el momento oportuno para
probar los beneficios del ejercicio con maquinas.
El 1 de junio, lunes, después de realizar un test de
esfuerzo, el monitor me preparó una “rutina” para mejorar, según mi pretensión
la musculatura de la espalda.
RUTINA:
-
Haces 10 minutos de maquina andadora y luego
pasas a combinar, las máquinas 13, 1, 5
y 7. Para terminar con otros 10 minutos de cardio.
PRIMERA EXPERIENCIA:
Después de casi dos meses, sigo sin saber programar la
máquina andadora por lo que lo hago todo en manual y además procurando no coger
los pulsadores.
¡No quiero tanta
información!
!Todos los indicadores en movimiento ofreciéndote cifras de
consumo de calorías, frecuencia cardíaca, peso, km por hora, tiempo de
actividad!
Pero ¿para que quiero
saber eso?
Los primeros días fueron durísimos, la máquina andadora
parecía que se quedaba enganchada en la suela de la zapatilla. Empecé con la
velocidad de 3,2 y aun así, me parecía indómita.
El resto de maquinas incluyendo la de abdominales, eran casi
imposibles de manejar. Todo pesaba muchísimo, aun sin levantar, ningún peso.
Temí que ese primer día, fuese también el último.
Llegue a la ducha con un incipiente dolor de riñones que me
hacía presagiar lo peor.
Y por si era poco, no pude hacer muestras de mi debilidad
porque allí todos eran “lobos de gimnasio”.
Pude continuar, gracias al consejo de mi hijo: “Mamá, no le
tengas miedo a las máquinas porque están
diseñadas para no lastimar nunca”.
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