La llegada a la vivienda, de la cuadrilla de expertos en
restauración es similar a los integrantes de una secta cuya actitud,
filosofía de trabajo, y pasos a dar, están
totalmente estudiados…
Las horas de entrada,
almuerzo, comida y salida son inalterables, como si tuviesen un timbre interior
que les avisase de cada momento de parada.
La colocación del instrumental de trabajo no es fortuita, se
adentran en todo el terreno disponible y el material, comienza a extenderse, sin limite.
La generación de escombros siempre es de carácter
exponencial, parece como si se multiplicasen por ellos mismos con el paso de
las horas.
Para evitar desgaste, utilizan un lenguaje, casi
ininteligible y sistematizado por lo que ante cualquier pregunta, al albañil, dirá que
eso es cosa del fontanero, el fontanero dirá que es cosa del
electricista…y este a su vez dirá que eso es cosa del jefe…
Nunca se alteran por nada, da igual que la radial haya
atravesado la pared del vecino, o que al quitar la puerta, se hayan cargado la
bisagra ¡que era antigua!…!que ya no hay en el mercado!…
Ellos, lo afrontan todo con una serenidad adquirida, propia
de la mejor práctica budista...
Ya estás tú para alterarte, bramar y pedir disculpas a tu
vecino.
Las chapuzas son inherentes al cargo pero cada vez son menos
perceptibles para ellos, solo el ojo del no experto puede sacarlas a la luz.
La programación de la obra va variando en función del día de
la semana, los lunes tienen previsto terminar el viernes y el viernes se suele
aplazar a la próxima semana, sin más.
El inicio de la obra siempre está en función de una que están
terminando… pero es siempre una obra que
terminará más o menos al mismo tiempo que la tuya porque siempre están
compartiendo tu obra con otra.
En cuanto al día de finalización… dependerá un poco de la
obra que están haciendo en paralelo a la tuya.
Así que lo mejor es, hacer las visitas de obra, sin las gafas
graduadas y sobretodo advertir a la familia que estas de reformas en casa por
lo que puedes tener brotes de alteración
irracional.
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