viernes 26-abril-2013
Anónimo
Ni siquiera sé que frutos me puede ofrecer el olmo al que estoy subida.
Lo que se, es que no son peras.
Yo quiero peras, muchas peras, dulces, refrescantes y revitalizadoras.
Pero; ¿qué hago subida a un olmo?
Pensándolo bien, no quiero subir a más olmos ni tengo porque buscar más
peras. De hecho, no subiré a ningún árbol, porque lo que quiero es ser el mío
propio. Eso es!
Quiero ser el árbol más grande, salvaje y hermoso que pueda imaginar.
Quiero que mi árbol, tenga variedad de frutos ilimitada.
Si alguien quiere esos frutos, tendrá que trepar duro por mi tronco
invencible y mis ramas acogedoras.
Quiero que me riegue todos los días con el agua más dulce y pura que
exista, me de la brisa para que mis hojas respiren y cuide de mi cuando llueva
y truene.
Yo, a cambio le daré cobijo, compartiré con él, todos los frutos y lo
mejor de todo, tendrá libertad para poder bajarse cuando quiera.
El mejor árbol…
Ya no quiero pedir peras a un árbol que no las da.
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