La novela tiene como
protagonista absoluta, a Marcela Pieldelobo; natural de Biescas, (Huesca) Inspectora de Policía en
Pamplona, de unos treinta años. Marcela es una mujer con heridas del alma desde la adolescencia, cuando descubrió
que su padre alcohólico maltrataba a su madre y estuvo a punto de matarla.
Marcela no lo ha tenido
fácil. Su carácter y sus hábitos de bebedora empedernida, no le ayudan a
encontrar la calma que necesita; es una mujer complicada.
Se enfrenta a dos casos policiales que en principio no tienen nada que ver pero que terminan siendo una sola pieza; un coche abandonado en una cuneta con restos de
sangre, sin rastro del conductor y un bebé abandonado.
Marcela en cada investigación, pone a prueba su olfato, a la vez que saca su carácter
anárquico.
Marcela se salta demasiado
a menudo las órdenes de su superior porque está convencida de que lo primero es
descubrir al culpable. Eso le trae problemas. Su compañero Miguel que no oculta su atracción por la
joven trata siempre de ayudarla y taparla.
Al empezar a investigar
los dos casos, se da cuenta que hay personas muy influyentes, relacionadas con
el Opus Dei que pueden estar involucradas- Cuando el comisario jefe le da la
orden de que antes de actuar le consulte a él, todo se complica para ella
porque ante la pasividad de sus superiores, decide actuar por su cuenta, lo
cual no hace más que ponerla en evidencia y estropear la operación.
Su compañero Miguel, y Damen, un policía foral, con el que
tiene una relación sentimental intentan ayudarla, sin éxito porque ella cree
como Maquiavelo que “el resultado justifica la acción”.
Es una novela que empieza
con mucho ritmo pero va bajando de intensidad. La he leído con altibajos de interés, confieso haber acudido a la
lectura rápida. Por el detalle con que presenta a la protagonista: su vida su
familia sus relaciones, sus acciones, me hace la impresión de que continuará. El final es inesperado y sorprende.
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