A la hora de elegir un libro, me fío de los consejos de mis
amigas lectoras. No siempre se acierta pero el riesgo es menor.
Decía Pedro Mairal en una
entrevista que las crisis sirven para escribir y a él le gusta escribir de lo
que le pasó o de lo que “casi le pasa”
Ahora que estamos en crisis, que
tenemos mermadas las libertades que de nuevo tenemos que restringir visitas,
reuniones, cursos… los libros nos ayudan a vivir.
Esta novela fue una recomendación
de Amparo. Es corta, ligera y llena de pasión.
Su protagonista es un escritor
argentino; Lucas Pereyra de 45 años, casado y con un hijo.
Todo empieza cuando un día su mujer
le dice que en sueños repite siempre la palabra…”guerra”
Lucas le oculta a Catalina que
Guerra es el apellido de la mujer que le quita el sueño, Magalí, uruguaya,
joven, alegre.
Lucas está en una etapa de su vida,
en la que va intuyendo que todo puede cambiar a cada paso que da y con esa
sensación y esa necesidad de cambio, toma decisiones a veces arriesgadas pero
otras veces inútiles que solo le sirven para sentirse humillado.
Al protagonista, se le junta la
crisis de los 40, con la crisis de su matrimonio añadido a la crisis económica
en Argentina. Lo demás, le llega solo, y se va de la misma manera.
Lucas decide contarle a su mujer en
una carta, lo que le sucedió aquel día que viajó de Buenos Aires a Montevideo
para cobrar un pago de la editorial intentado evitar el “cepo cambiario”
Le cuenta su reencuentro con Guerra
y como su vida empieza a girar sin orden, sin criterio, casi sin sentido; en
una ruleta que había empezado a moverse hacía ya algún tiempo.
Me enganchó su narrativa sencilla,
concreta de acción vertiginosa que condimenta muy bien con su humor.
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