Huyendo de charlatanes y
embaucadores que nos rodean por todas partes, nos damos casi de bruces con los
fanáticos, los creídos y los descreídos.
Si seguimos huyendo para no
contaminarnos con voces que te incitan a creer que has de buscar
desesperadamente el éxito personal para realizar tu proyecto de vida, nos
encontraremos en un camino sin retorno así pues, dejemos de oírles y dejarán de
existir.
Cualquier persona con la madurez
suficiente, puede llorar o reír, si se lo propone. Es casi, más difícil sacar
una sonrisa forzada que un lloro forzado.
Puedes refugiarte por unos
instantes en un mal pensamiento y disponerte a sollozar, y del mismo modo,
puedes acordarte de una situación cómica y empezar a reír.
Seguir llorando o riendo, solo
depende ya de nosotros mismos, bastará con recrearnos en esos sentimientos que
hemos hecho aflorar.
Hay gente que nos hace creer que domina
ciertas situaciones, que tiene control sobre la mente y que con ese control
puede también dominar a los demás.
Son personas con ciertas habilidades
innatas o aprendidas que se dedican a
hacer ver a los demás que adivinan el futuro, que curan tristezas, que
sanan maldiciones en una palabra que tienen “Poderes” se aprovechan de los
momentos de debilidad de los demás para enriquecerse con sus mentiras.
Los estados anímicos muchas veces
son fruto de situaciones que están fuera de nuestro control, tanto si hablamos
de inmensas alegrías como si nos referimos a episodios de tristeza.
El equilibrio emocional, no es
tan fácil de conseguir porque tenemos muchos agentes externos que alteran
constantemente nuestros sentimientos.
No creo en las teorías de que
todo está en la mente ni que el éxito si lo visualizas lo consigues, me parecen
majaderías para pasar un rato de conversación con los amigos; lo que sí creo es
que todo está en el esfuerzo personal, en ser uno mismo y sobretodo en que la
suerte, te pille apostando por lo que quieres, solo así puedes acabar
consiguiéndolo.
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