Hay quien insiste en que el
secreto del éxito personal y profesional, depende sobre todo de, “Conocerse así
mismo”.
Aunque parece una tarea fácil, pienso
que es una de las cosas más difíciles de conseguir.
Me viene a la memoria un curso al
que asistí en Barcelona en el 91 (después de Cristo) de creación de empresas.
Uno de los profesores, que impartía la clase de “Marketing relacional”, aparecía siempre a las 9,00h.de la
mañana con una cámara de video para grabarnos mientras explicaba su tema.
Cuando terminaba la clase,
dedicaba unos minutos a repasar lo grabado con el fin de analizar lo que nos había
resultado más interesante, a través del parpadeo de los ojos.
Según nos explicaba, el parpadeo
de los ojos aumenta cuando el cerebro tiene mayor actividad.
No creí en sus palabras, hasta que llegué
tarde a una de sus clases y el profesor, captó los primeros minutos de mi
llegada con el video.
Desde que me senté en el aula mis ojos no
dejaron de parpadear, hasta que por lo visto comprendí, de que estaban hablando.
El mismo profesor decía que la
imagen que proyectamos, no es la misma para todos, de manera que si preguntamos
a un grupo de amigos por separado que opinión tienen de nosotros, tendríamos
respuestas dispares y por supuesto más aun si las comparamos con la opinión que
de nosotros tiene nuestra propia familia…
Así para unos puedes ser una
persona encantadora y para otros un… “Bueno, no sé”.
Con esta información, la tarea de
conocerse a sí mismo, se complica bastante, llegando a resultar tan subjetivo
que da un poco igual.
Además, puede ser que después de
todo, cuando por fin, acabas, conociendo, resulte que no te gustas mucho o nada
o solo te gustes un poquito.
A lo mejor, si dedicamos ese
esfuerzo que tendríamos que hacer para saber cómo somos, a intentar ser como
realmente nos gustaría ser, ahorramos esfuerzos y obtenemos mejores resultados.
¡Aunque tampoco debe
ser tarea fácil!
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