¿Cómo o cuando, nos convertimos en codiciosos?
La codicia empieza a tomar cuerpo cuando ya no nos
conformamos con lo que hemos conseguido con nuestro esfuerzo y deseamos más y
más y más.
“He terminado la FP,
ahora tengo que empezar a moverme”
Para conseguir esos ansiados bienes, posición o fama, se
recurre primero a pequeños engaños,
trampas, triquiñuelas
inofensivas que el codicioso, va
aplicando cada vez con más asiduidad.
“Solo he maquillando
un poco mi curriculum”
En poco tiempo, esos recursos, se quedan cortos y para conseguir sus objetivos,
tiene que dar un salto cualitativo…
¡Una dirección
general!
Ahora es el tiempo
del engaño. La corrupción se adueña de
su ser tan lentamente que va forjándose al mismo tiempo una capa impermeable que
le cobija y le hace ver todo con gran euforia…
”Estos 5 mil millones
sobrantes pásamelos a la otra cuenta”
Consigo lo que ansiaba luego estoy en lo correcto. La gente
me admira por lo que he logrado, puedo seguir mi camino.
“!El aeropuerto del
abuelo!”
La codicia no tiene límites y sobrepasa constantemente los
límites de lo lícito.
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