A veces, basta solo un encuentro para que
alguien te ponga al día de sus sueños, sus dudas, sus pretensiones.
El encuentro con Aldo, fue totalmente
casual. Un caluroso día del mes de julio coincidimos invitados a una comida en
el apartamento de la playa de unos
amigos comunes, en un paraje idílico, frente al mar, en la costa alicantina,
donde el tiempo parece detenerse.
Aldo Alberto Patricio, debió sentirse
atrapado en ese entorno cuando saboreando la Fideua con la que Silvia nos
estaba obsequiando, decidió hacernos participes de su sueño y su desolación
todo relatado como si se tratase de un lento Tango argentino.
-
“Desde que llegué a Madrid en el 2006, me hago la
misma pregunta…
La casualidad de que era viernes y mi
hermana vivía en la plaza de Los Monteses justo, enfrente de la sala Tropical
House. Un poco antes de medianoche, comenzamos a escuchar la música de la sala
así que nos asomamos al balcón y estuvimos viendo la llegada de las parejas...
Para mí fue muy extraño y le pregunto a Leyre
¿pero oye esta gente parece ya mayor? , ¿no?.
Leyre
no se había dado cuenta de ese detalle...
Pero, ¡me pareció fantástico! !Que tíos
más geniales! pensé !Ojala hiciésemos
eso en Buenos Aires!.
Allí
los jóvenes, les encanta bailar, sobretodo Tango. Las academias están llenas, se
matriculan individualmente, o por parejas, indistintamente ya que, eso allí no
es un requisito como aquí, lo que pasa es que allí a partir de los 30 años es
como que ya no les interesa, no siguen con el baile, se acaba.
Nunca pensé que en España fuese tan
diferente, pero reconozco que la alegría de ese primer día viendo la entrada a
la sala, se ha convertido en una especie de pesadilla que me persigue…no acabo
de entender porque aquí, los jóvenes no tienen ningún interés con el baile; Es
como si no fuese con ellos.
No se apuntan a clases. No bailan cuando
van invitados a una boda o se celebra alguna fiesta conmemorativa, incluso
critican a los pocos que lo hacen y se sienten ridículos si intentan aprender
algún paso.
No paro de hacerme esta pregunta:
-
¿Qué les
pasa a los jóvenes españoles?
Claro que también debería preguntarme;
-
¿Qué le
pasa a los mayores argentinos?”
Mientras seguíamos comiendo todos nos
empeñamos en aclarar las preguntas de Aldo;
Que si el miedo al ridículo, que si el problema es que aquí no se practica
en las escuelas que falta promoción…
Al final pudimos intuir un indicio de
cambio.
Los jóvenes que han marchado a
Argentina, están ya saboreando el placer
de ese aprendizaje y aquí, también se ve a muchos argentinos que rondando los
sesenta, se atreven a iniciarse en los bailes de salón y es que no hay nada
como el intercambio cultural.
A veces, aprovechamos cualquier encuentro
para dejar patente nuestros gustos, nuestras ilusiones, nuestras ganas de
cambiar el mundo.
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