Aunque parezca algo imaginativo, es posible ver volar del
tiempo…
Para conseguirlo, solo hay que acudir a un lugar en el que
los recuerdos, te puedan atrapar.
Un desfile de disfraces infantil, fue mi momento.
Allí sentada con mi
amiga Rosa, conseguí por unos instantes, no solo ver volar el tiempo sino
acompañarlo en su vuelo y sentir su velocidad de crucero de nada menos 30 años
en unos pocos segundos.
Volar con el tiempo, de vez en cuando, resulta muy reparador,
solo hay que saber pilotar bien el momento para que el aterrizaje, sea lo más
relajante posible.
¡La tarde de disfraces siempre será mágica!
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