A veces, nos aferramos a las cosas materiales
como si ellas mismas nos buscasen, y no quisiesen estar sin nosotros.
Cuando nos enfrentamos a la
separación de un objeto que ha permanecido con nosotros un tiempo, surgen
sentimientos encontrados. Vencer el daño que produce esa perdida, para algunos,
es más costoso que cuando se trata de
una persona.
A lo largo del tiempo, vamos
acumulando un sinfín de objetos que pausadamente colocamos a nuestro lado y que
van configurando, nuestro hábitat.
Cuando nos toca deshacernos de
ellos, por una venta, un traslados, el final de una época…etc. Surgen dudas
sobre cual deberíamos quedarnos. El sentimiento de apego a las cosas, es
diferente en cada persona.
Hay objetos que al tocarlos, te transmiten
una historia. Son objetos con alma, casi siempre son de pequeño tamaño, pero a
la vez, son indestructibles.
Cuando encuentras un objeto con
alma, es casi imposible separarse de él.
Vivimos en una sociedad en la que
acumular objetos es un síntoma de normalidad y con esa carga vamos pasando los
años.
Deberíamos aprender a desprendernos
de los objetos innecesarios (reciclando, repartiendo o regalando, los que nos sobran) para poder disfrutar solo
con aquellos más especiales, con
aquellos que te hacen sentir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario