A veces
tenemos una rozadura que escuece pero pronto nos olvidamos de ella, cicatriza
rápido y no produce más dolor que el del momento. Otras veces la herida es más
profunda, más dolorosa y su cura, se prolonga en el tiempo, casi se hace eterna.
Hay pieles muy sensibles en las que la herida se
recrea, otras sin embargo están más curtidas, son menos proclives al dolor más
experimentadas y en ellas, se mitiga el dolor de la herida.
Dicen los
médicos que no hay enfermedades si no enfermos.
Las heridas
del alma son iguales que las del cuerpo por eso conviene aprender a ser
enfermo.
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